“Muchas veces, las personas profesionales de la educación abarcamos todos los ámbitos de actuación con la creencia de que somos los/as únicos/as que sabemos como desarrollar iniciativas educativas o, lo que es peor, que somos los únicos que nos podemos responsabilizar de las nombradas iniciativas porque es nuestro campo”
(Sánchez Aroca, 1999:335).
(Elboj, Puigdellívol y Valls, 2002:64)
Las comisiones mixtas son una de las formas más habituales de participación en las Comunidades de Aprendizaje. Es una forma de llevar a cabo una auténtica participación libre y democrática en los procesos de decisión.
Estas comisiones, para respetar ese principio democrático y de participación que comentábamos en las bases teóricas del proyecto, han de ser obligatoriamente mixtas, es decir, no solamente formadas por un único sector de la comunidad educativa. Es más, deben estar formadas al menos por los sectores de alumnado, familias y profesorado a partes iguales, con igual poder de participación y decisión. También podrían estar abiertas las comisiones al voluntariado implicado en ciertas actividades concretas u otras personas que tengan algo que decir sobre temas específicos. Lo importante aquí es la argumentación y el consenso, no la posición que cada cual ocupe. Cada comisión se encargará de realizar, coordinar, supervisar y evaluar de manera constante algún aspecto o actividad concreta. Y para que tengan una cierta autonomía y capacidad decisoria, han de estar nombradas por el Consejo Escolar. “Todos los sectores sociales y culturales pueden participar y aportar sus ideas e iniciativas desde sus propios mundos de la vida y todas las personas pueden desarrollar sus culturas e identidades compartiendo el mismo proyecto y aprendiendo unas de otras” (Elboj y otros, 2002:77)
Todas las comisiones que se establezcan estarán coordinadas por la comisión gestora, en la que el equipo directivo del centro debe participar. Esta comisión gestora es la máxima comisión decisoria y garante de que el proyecto evolucione según los presupuestos aceptados por todas las personas. Bajo el sistema de comisiones, hay que aprender nuevas formas de relación y colaboración hasta ahora inexistentes. Para lograr ese nuevo sistema organizativo podemos adaptar la organización ya existente, permitiendo la participación igualitaria de los demás implicados o crear estructuras nuevas en que participen todos, que van incluyéndose poco a poco en el Reglamento de Organización y Funcionamiento (ROF) del centro (Zudaire y Lavado, 2002).
La comisión gestora se encargará, además, de que las diferentes comisiones mixtas de trabajo contrasten y pongan en común sus esfuerzos y logros por hacer posibles los sueños de toda la comunidad educativa. La idea es que las comisiones se formen después de haber consensuado el sueño conjunto y se hayan seleccionado las prioridades. Se creará una comisión por cada prioridad, por cada conjunto de prioridades, o para aquellas prioridades que se consideren más urgentes. Así, por ejemplo, en el Colegio Cantín y Gamboa de Zaragoza (que incluye también la etapa de
En las Comunidades de Aprendizaje existentes, además de las comisiones, cabe la opción de que a principios de curso se convoque una Asamblea General.
En cualquier caso, ningún órgano está limitado a “representantes” del resto de personas, sino que están abiertos a todas las personas del centro que quieran ir y todas las personas tienen el mismo derecho a voz y voto. Ello permite emprender continuamente nuevas propuestas y cambios, y que no sean impuestos desde puestos de poder o desde las personas profesionales. Además, las decisiones no se suelen tomar mediante votaciones, sino que son el fruto de los debates, buscando el consenso y aclarando la diversidad de opiniones. Por otra parte, los voluntarios y voluntarias que participen en la escuela no tienen menos capacidad de voto que las personas profesionales, pero tampoco más que las personas tradicionalmente llamadas “beneficiarias” (Aubert y otros, 2004).
Aquí la clave para atraer nuevos participantes es que todo el mundo puede participar en la toma de decisiones, aunque hay que tener especial cuidado en las estrategias de poder que desde determinados sectores o determinadas personas pueden utilizar en algún momento. Se deben utilizar las estrategias democráticas suficientes como para que este tipo de intereses individualistas e interesados no tengan cabida. Se trata de que la escuela no se convierta en un espacio de perspectivas tecnocráticas y poco democráticas (Sánchez Aroca, 1999).
Las normas cerradas, rígidas, no dialogadas y consensuadas democráticamente suponen una forma de control técnico sobre la acción y una forma de control social (establecen un modo de comportamiento que hay que obedecer) (Contreras, 1996). Sin embargo, el aprendizaje mediante estrategias, tomando decisiones conscientemente, promueve el aprendizaje significativo, pues no se trata solamente de utilizar procedimientos, sino de valorar su uso (Marcel de Oliveira, 2003:93).
En una escuela, en un centro educativo que se considere auténticamente democrático, deben tener derecho a participar todos los que están implicados directamente en la escuela, incluidos los jóvenes (Apple y Beane, 2000). Las escuelas deben introducirnos en la forma de vida democrática, y este tipo de saber sólo se aprende por experiencia. Se necesita para ello una no separación estamental entre padres, profesores y alumnos (Martínez Bonafé, 2000:17), además de otros posibles participantes. Se debe contar con el punto de vista de todos, aceptando formas de negociación, buscando estrategias y puntos de vista comunes (aunque sin renunciar a los propios), buscando el entendimiento y la comprensión: el placer de buscar la verdad (Álvarez Méndez, 2000:4-5).
Aunque comentábamos más arriba que las comisiones suelen crearse después de la fase del sueño y la de selección de prioridades, esto no tiene porqué ser así en todos los casos ni en todas las comisiones. En el caso de nuestro centro, puesto que tenemos la intención de ir impulsando el cambio metodológico en el interior de las aulas desde el mismo comienzo del curso escolar 2006-2007 (mientras se realiza la fase del sueño), sería necesario contar al menos con una Comisión Gestora que considerara adecuado o no el comienzo de estas actividades y se encargara de su coordinación y seguimiento. Esta misma Comisión Gestora se podría encargar de buscar personas voluntarias para la organización de actividades concretas (grupos interactivos o tertulias dialógicas, por ejemplo) o delegar responsabilidades en una Comisión específica de Voluntariado; también podría formarse una Comisión de Metodología o de Grupos Interactivos para este tipo de actividades. Y otra comisión que consideramos muy necesaria desde el principio sería
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