Miedos escolares del profesorado y del alumnado

por Juan Bautista Martínez Rodríguez: Educación para la ciudadanía, Madrid, Morata, 2005, pp. 46-49


[...] Un enseñante puede tener miedos a ser tratado con desprecio, inferioridad en el plano social y cultural; ser agredido, injuriado, amenazado, maltratado simbólicamente; ser puesto en falta en flagrante delito de ignorancia, de incompetencia, de negligencia, irresponsabilidad, falta de tacto o sensibilidad, de injusticia. Puede temer ser objeto de críticas sin saber o poder defenderse, ser herido en su honor, su estima o su integridad. Teme cometer errores difícilmente reparables, ser objeto de una coalición de padres, verse planteadas cuestiones para las que no tiene respuesta, ser objeto de persecución de algunos padres, ser criticado por falta de información, de ideas, de instrumentos o de reacciones adecuadas. Tiene miedo de estar implicado en alguna perversión o patología, de ponerse fuera de sí sin control o sangre fría, quedando en ridículo profesional o emocionalmente; de ser denunciado por padres o inspector por faltas, verse obligado a decir cosas que son difíciles de cumplir al final del año o a pedir ayuda y a evidenciar su impotencia o limitaciones. [...]

[Por su parte, en el caso del alumnado] son los exámenes orales y escritos una de las más importantes situaciones generadoras de miedo [...]. Miedo a las críticas en público del profesorado hacia el alumnado, los castigos de conocimeinto colectivo como: salir a la pizarra o ser preguntado en público, las notas, las expulsiones y los trabajos no realizados u olvidados. Es decir: miedo a la actividad y reacción del maestro, miedo a malos tratos de los compañeros o a muchos deberes que realizar, a la amenaza de informar a padres o convocarlos al centro; miedo a no recibir el graduado escolar. El miedo a los exámenes tiene una extraña réplica por parte del profesorado que defiende la creencia de que cierto miedo a los exámenes es realmente conveniente y necesario para favorecer el rendimiento [...]

Hay, pues, comportamientos provocados por el miedo que son aceptados, la obsesión por tener mejores notas, el rendir siempre buscando el término medio o lo suficiente para no ser molestado. Éstos no resultan problemáticos para el profesorado y permanecen más ocultos para el alumnado, por cuanto generan menos situaciones de conflicto. [...]

Las voces desde el aula deberían representar la participación crítica de los estudiantes, y concretarse en los consejos escolares, asambleas y asociaciones como organizaciones políticvas representativas de la comunidad estudiantil, y en las redes de asesores como compromiso del profesorado con su formación académica. [...]

[Hoy por hoy] los estudiantes sólo quedan formateados en la obediencia, en la pasividad o en la resistencia, tres metáforas que dan sentido a las actuaciones escolares. Las condiciones escolares mantienen mecanismos que enajenan la identidad del alumno y su autenticidad, mecanismos que se relacionan con una amplia gama de actividades de selectividad y con el dictamen de lo que es la competencia escolar. [...]

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